Dos
breves poemas adolescentes
I
Es el gemir primero del
otoño;
El viento que estremece
ramos gualdas
Deja caer estrellas al
cercado;
Bruñida soledad suave de
hojas
Regala los caminos llora el
árbol
Y la mano de un dios pinta
en su sombra
Ligeros y delgados tallos
grises
No menos has de ser gimiente
clama
Cuando en austera soledad te
cubran
Doradas y piadosas hojas
blandas
II
No importa que ya honrado el
viento apague
Tu silenciosa voz ahora
ofrecida,
También la sombra apaga su
silencio
También la transparencia
su suave idilio-sombra por
el mundo;
y no es mal lo que lloras
o si amares la flor de los
desiertos
o si te arrodillaras en
tinieblas
junto a un sendero donde
solo hay nadie
tienes que amanecer con tu
tristeza;
un ave obscura y blanca
reposa tu mirada
y te enjuga las lágrimas
Publicados en la Revista Proa