jueves, 7 de febrero de 2013

A Ninawa Daher


Alta profundis

                                                            A Ninawa Daher


Ya no puede rozarte
Ni siquiera tu amado
con un labio de rosas,
Ni con un agua clara, apenas
Tocada por un pétalo,
Ni con una,
de las mil y una noches que resuenan leves,
sobre tu corazón de niña enamorada,
Ni con lácteas estrellas errabundas.
Te elige a ti un invierno
De colmados aromas
A ti que callas.

A Marcela Brenda Iglesias


 A Marcela Brenda Iglesias

Dime que estás en esta primavera
En el verdor que anuncia el leño altivo
O en el temblor de las rizadas hojas
Cuyo bronce indecible ya la mirada aquieta;
Ya los trinos enjoyas
Ya el tacto verifica la mudez de lo eterno
El suavemente audible silencio de lo eterno.
No estás en el fragor del vulgo vano
Ni en la infame blasfemia,  y el día fugitivo
Te siente el leve tallo de diamela
Y un aroma te guía hacia un lejano octubre
Que va contigo
Y el ángel tutelar acaricia tus ojos.

Un Haiku

Un Haiku 

Nieve en Belén
Cuando Cristo en la cruz;

Sangra la sien.


Poema 1 Alejandro Vaccaro


Poema 1



Este el breve lugar, allí las altas
Gemas celestes y los álamos de plata
La calle que se pierde obscuramente,
La tarde rosa y la primera estrella;
Y en la reciente hierba entredorada
Rumor de otoño en la desnuda casa;
¿Cuantos recuerdos se han perdido ahora
Cuanto anhelado ayer, que infinito silencio,
las tardes eran leves naves blancas
Bajo el claror de las esferas puras
Las estrellas recuerdas?
Y la mirada huérfana del alma.

                                     

Repito varias veces el vocablo estrella de distintas maneras, he querido preferir no anular esta amable palabra que es de amistad y menos aun el

 “infinito  silencio” de Leopardi.

Elegía I


Elegía I

                                   
Naturalmente el árbol también llora
El perdido matiz de un color olvidado
Un frescor de renuevos y lluvias en setiembre
Y la música sola de Góngora en el aire.
Ya la niña rendida
Cuando la sombra adama los jazmines
Llora y no sabe que una voz deseada
La recuerda entre sueños.
Se ve una luna casta entre las hojas 
Ya te acercas callado a la estación más tenue
Cobra un tinte de añil la noche caminada
Se pliega el sándalo a los astros de oro,
Y en tus ojos dormidos
La perdida alegría de las calles.

Poema III


Poema III 

                                                a Pablo 

Has aguardado lluvias y esplendores
Siglos y noches bajo tibias lunas;
El pródigo recuerdo de la ausente
En las pequeñas manos de la noche
Te dicta una palabra que no escribes
Copias su afán ya no su gracia leve;
Besas la sombra no el rendido fruto
Unos susurros corren por tu pecho
Mas ya no va contigo;
Vuelve otra lluvia
A iluminar tus pálidas tinieblas
Y lloras sueños
Te acarician sus manos mientras duermen.

Heine


Heine

Para alegrar mis días
Llega un ave y se posa sobre el rumor de un tallo
De verde luz y ondulada calma;
El viento roza su nevado velo.
Por encima del lecho
Se eleva un árbol
“ Ahí canta el joven ruiseñor
Canta, puro amor
Lo oigo hasta en sueños”.