viernes, 18 de enero de 2013

A un arroyo que corre


A un arroyo que corre

a Gabriel Landoni

Vierte rumor de mundos indistintos
Y amparo de ciudad deshabitada;
El proceloso mar no es tu morada
Ni la blanca llanura tus recintos.

Te agrada en cambio la apartada fuente
Que llora su color, cristal nimbado,
O porque alguna estrella te ha mirado
Y se ha dormido en ti su luz riente.

El número verbal, la paz arcana
Alivian tus calladas agonías;
Como el otro pastor de la palabra

Que muda el lirio en apariencia vana
Y a la cinérea dalia en alegrías
Igual despierta, que la tarde labra*.


* debe entenderse aquí como en la línea de Ernesto Romano: la tarde hace sola su tarea.

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